El Lance Perfecto

Tanto los compañeros y amigos con los que comparto afición, como otros que no cazan, (algunos que incluso están en contra de esta práctica, algo completamente respetable y que personalmente entiendo a la perfección) habrán oído salir de mi boca, posiblemente en más de una ocasión, que ojalá pudiera echar a la volar o a correr ese animal que reposa muerto en mi mano, una vez que mi perro satisfecho me lo ha entregado como mandan los cánones. 

Así sería mi lance perfecto, después de haber disfrutado de un trabajo de calidad del perro y habiendo rematado el lance de la mejor de las maneras, volver a dar vida a ese animal que acabamos de derrotar y que ha pagado con su vida nuestra victoria.

Esta media veda he podido disfrutar del lance perfecto. Después de un buen trabajo, Bulla me entrego una codorniz aún con vida. Tenía un ala despuntada, al menos un plomo le había dado en la parte más baja del abdomen y por si fuera poco, la pata derecha la tenía partida. En otro momento habría hecho lo más lógico, rematarla para no alargar el sufrimiento, pero esta vez, no sé por qué, o tal vez porque tenía otra de días antes con solo un ala tocada en un lance similar que seguía con vida y parecía mejorar, decidí dejarla con vida. En principio no tenía demasiadas esperanzas con esta segunda ya que tenía heridas muy serias, no como la primera, que a los pocos días ya estaba prácticamente recuperada.

Los primeros días apenas se movía, no comía y en la primera semana perdió mucho peso, hasta quedarse prácticamente en los huesos. Tenía mala pinta, pero en la segunda semana aunque muy débilmente, empezó a tener un poco más de brío en los ojos y a espabilarse, pero evidentemente seguía en el chasis y sin apenas movilidad. Poco a poco fue mejorando, la herida del perdigón mejoraba su aspecto y la pata milagrosamente parecía que empezaba a soldarse. Así fue mejorando día a día, cogiendo peso hasta que empezó a andar de manera poco ortodoxa sobre una pata buena y la otra, que ahora tenía un muñón en el punto dónde unos días atrás tenía un fractura aparatosa y abierta.

Después de dejarla recuperar peso y ya viendo que su comportamiento era muy bravo, tocaba  rematar el lance perfecto. Tenía serias dudas de cuanta fuerza tendría y si podría volar bien después de mes y medio sin hacerlo, pero había que intentarlo; las jaulas no son para los animales libres. 

La lleve a una zona dónde pensé que podría estar bien, le hice un par de fotos para que la conocierais y la deje volar. Con un vuelo de cien metros finalizó el lance perfecto y durante ese espacio, a cámara lenta, desde que dejo mi mano vacía hasta que se posó en el perdido, me sentí cazador. 

La protagonista de este relato recuperando la libertad.